El libro más importante y mejor publicado, es el que se mantiene puro en tu mente, incólume en tus dedos y alegre en tus ojos, sin salir a la luz, porque su salida, su atractivo y su pasión cambian cuando es leído, cuando es ojeado, cuando es comprado, analizado y olvidado o siempre recordado; todo el misterio radica en el intelecto del lector y la importancia que este le dé. Los fundamentos que plasmaste en el mantenían un sube y baja en tu mente, un idilio con muchas ideas que se hacían normas y en otras se convertían en leyes, que cambiando los colores mentales de tus agitados pensamientos luchaban por convertirse en palabras, párrafos y páginas que agrupadas lograban crear un libro con deseos de ser leído y conocido.
Si el libro es publicado puede pasar por muchas etapas: permanecer en un estante por mucho tiempo hasta que un curioso lo descubre, ser pasto del olvido permanente, sufrir una propaganda fructífera que lo dé a conocer o caer en manos de un llamado crítico de arte que cambie toda su estructura y lo adapte a su conveniencia cambiando su mensaje original, también puede ser traducido a otros idiomas que puede convertirlo en un libro alterno que mantendrá un duelo con el libro que fue creado en tu mente.
Hay pasiones tan fuertes y débiles al mismo tiempo que producen una adicción profunda, sutil y desatada que no se para ante miradas ajenas e incisivas, así tenemos: la nicotina, que lleva a sus adeptos a la desnudez mental y corporal, internándolos en un mundo exclusivo de su angustia; la cafeína que produce dolores intensos cuando hay escasez y calma su desazón cuando al fin es consumida; la música que puede producir tantos sentimientos mentales y corporales, tanto para el músico como para el oyente, te sube y te baja, te da la solución a muchos problemas de salud, te puede calmar o alterar dependiendo de tus gustos musicales y así llegamos al deseo de escribir o de leer, las manos se abren y cierran solas, tu mente divaga, crea, analiza, concluye y repite el mismo proceso interminablemente hasta que llega a tus manos un lápiz, un libro o en el mundo moderno una PC o un celular. Tanto la nicotina, la cafeína, la música y los libros pueden llamarse drogas, a las que les damos el uso que mejor nos parece.
Miguel Correa.

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