Somos un punto diminuto en el universo, apenas perceptible, pero con humildad y sabiduría ese punto se hace notar, su luz comienza a brillar y va cubriendo los caminos, se propaga en el viento, puede ser encendida por otros que se extasían y benefician de su luz, puede ser copiada y manufacturada, sus reflejos se convierten en ramas que van expandiendo su luz, si mantenemos esas: humildad y sabiduría podemos sumergirnos en la cazuela del conocimiento y transitar por las diferentes direcciones que se generan, tendremos la confianza del destino, una gran variedad de puntos para elegir, unas grandes luces brillantes que alumbraran nuestros pasos y  la necesaria ayuda que vendrá de muchos horizontes.
Cuando comienza nuestro brillo luchamos desenfrenadamente por sentir en nuestra piel, escuchar en nuestra mente, percibir en el rostro la caricia sutil, el tic tac en la raíz del cabello y la satisfacción que nace cuando llega a nosotros la cadenciosa música de los aplausos y el abrazo de muchas manos que agradecen el magnánimo brillo que los alumbra; la dicha es inimaginable, evapora el sueño, quita el hambre y la sed, acelerando el correr de la adrenalina en nuestras azules venas.
Uno de los deseos más esperados cuando logramos un propósito, un objetivo o una meta, es el aplauso del sexo femenino, su aceptación y su agradecimiento por lo logrado, también el amor y las mejores palabras cariñosas de la madre; el encanto femenino, su dulzura, su amor al sernos ofrecido de esta forma nos motiva a conquistar al mundo, a dejar un legado a generaciones futuras, especialmente nuestra prole, es un efecto inmenso el que produce el ingenio femenino en nuestro intelecto excitando nuestra imaginación a lograr las más imposibles y difíciles conquistas, los más excitantes descubrimientos que esperan por nuestra presencia.
Nos hacemos excéntricos y encomiásticos, esperando y promoviendo el sí, la sonrisa, las miradas, la aceptación y el aplauso del sexo femenino a través de su gran representante la mujer sea madre, esposa, hermana, hija, amiga o amante. El arrullo del viento me trae melodiosas estrofas de un himno de batalla, que me impulsa a avanzar con fuerzas renovadas y titánicas que aliadas con mi espíritu logran al fin conseguir romper los lazos del destino y hacerlo participe de un proyecto excelso, sublime, soberbio, que nos puede llevar al éxtasis.
La unión entre los dos sexos es algo estético que genera cambios en la naturaleza, las personalidades involucradas, sus comportamientos, sus actitudes, sus aptitudes y todo el entorno que los rodea; su misión es agradarse, integrarse, motivarse y desarrollarse mutuamente siempre y cuando exista una atracción positiva, esto los llevara a un progreso definido y especifico, es un ciclo que mantiene su dirección, siempre y cuando no existan otro tipo de factores que influyan negativamente. La ecuanimidad ayuda mucho en este sentido, cuando se presenta alguna polémica y así la balanza se mantendrá en el nivel adecuado.
Para todo hombre siempre estará presente el deseo por lo bello y lo sublime, es por eso que normalmente busca: la complacencia, la admiración, el regocijo, la aprobación, la aquiescencia, la licencia y el aplauso femenino como una necesidad imperiosa; cuando logramos cruzar la meta y obtenemos todo lo anterior la satisfacción es infinita, fehaciente e interminable. Y esto se mantiene hasta el momento de lograr otra meta, donde todo esto aumenta satisfactoriamente y nos hace poderosos.
Miguel Correa.


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