Capítulo III
Se abre el capítulo 3 con oraciones al viento, con fanáticos efervescentes que miran de reojo y buscan un camino diferente, con algunas aves que miran hacia otra galaxia, con elefantes que desean tener alas para no pisar con tanta fuerza, con niños que buscan un mejor futuro en sus mentes engañadas por el presente y con mucha gente ahora anciana añorando su esplendoroso pasado.
Es el capítulo del olvido y los recuerdos; o el de querer olvidar o recordar, es el que queda en nuestra mente sellado con amor o con odio, con humildad o arrogancia, con soledad o amistad y por último con ignorancia o sabiduría.
El capítulo de los sueños y las esperanzas, donde imprimes velocidad, abres muchas puertas y cierras las ventanas para que no escapen tus pasos, ni choquen este sí, allí los sueños se llenan de colores expandiendo su brillo y abriéndose al futuro en un presente notorio y un pasado en la historia.
Capítulo que se desplaza con furia en el tiempo colocando nombre a los pensamientos y vigor a los sueños; sembrando metáforas alegres, estigmas pasionarios, y parábolas amorosas que definen a los elementos y derrumban paredes oscuras convirtiéndolas en alfombras donde se pasean: la voluntad y la sabiduría aprisionando al hastió y exaltando la voluntad de los gigantes del universo.
Tenemos un mundo que nos ama, pero, el amor no es recíproco; un mundo que nos abraza con pasión, pero, nos falta humildad para entenderlo; un mundo que nos da mucha vida, pero, solo la desperdiciamos; un mundo que nos da lo que pedimos, pero, somos bizcos; que cada día se renueva, pero, lo seguimos destruyendo. 
Miguel Correa.

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