Sentado por horas en una plaza y observando todo a mi alrededor, pude sentir en la piel las buenas y malas vibraciones de muchos transeúntes y pude observar como a algunos se le escurría el alma a través de los pliegues de las vistosas ropas que exhibían con orgullo, otros caminaban con paso de tortuga arrastrando cantidad de sentimientos, esperando un empujoncito para correr y expeler esa carga por sus poros, se notaba como muchos buscaban una alma caritativa para desahogarse y aminorar su rabia y decepciones, unos pocos vociferaban para llamar la atención queriendo ser admirados y tomados en cuenta, demostrar con alaridos que son importantes; como era fin de semana conté algunos que caminaban en círculos dando un paso hacia adelante y tres hacia atrás o a los lados debido a la intoxicación etílica, también pude notar con emoción que una mínima cantidad iban con la alegría en sus rostros buscando compartir con todos una sonrisa, un abrazo, una esperanza, una mirada, una idea y muchas sensaciones.
Vivimos tanto de costumbres aprendidas desde que abrimos los ojos y miramos al mundo y sus habitantes, que una persona para salir de un problema, cambiar su forma de vida o solucionar cualquier situación incómoda tiene que recurrir a una doctrina religiosa, política, social o económica, esto es debilidad, ya que solo con cambiar su forma de pensar y su actitud puede obtener lo que se proponga, los más desesperados recurren a las drogas para transitar por la galaxia o por el inframundo y así olvidar por momentos sus: trágicos pasado y presente y su indescifrable futuro. Es un enigmático circo con representaciones variadas y de diferente intensidad, algunos protagonistas de los atípicos dramas llegan al núcleo convertidos en protones, pero la mayoría se queda alrededor deambulando y girando como electrones, tratando de que una chispa encienda sus mentes para también acercarse al núcleo.
Algunos más osados buscan con afán desempeñar un cargo político, policial, o de supuesta justicia y así controlar el poder, para satisfacer sus bajas pasiones con desafuero y sadismo, pero debemos recordar que siempre retornamos al origen bueno o malo, como consecuencia de nuestras actitudes en la vida, lo ideal es mantener la balanza en un nivel adecuado, ya que el destino a veces cobra poco, pero en otras el costo es elevado y terrible.
Miguel Correa.

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