Los cuchillos relumbran después de asesinar al Cesar, la sangre brota y cubre el aposento formándose una escultura con ella que va tomando las características de un rostro atormentado por las circunstancias, el público huye despavorido molestos unos, alegres otros, por el inesperado desenlace de la comedia mediocre que acaba de llegar al preámbulo de su capítulo final, se escuchan murmullos alegres y murmullos tristes, llegan los soldados a esperar la suprema orden para actuar con energía, pero la desesperación colectiva viola las pruebas del crimen y ya quedan en el pasado, nadie habla, nadie sabe, nadie denuncia al que dio la estocada final y precisa, que acabo con las aspiraciones del rey de turno, por centurias eternas estas comedias en su mayoría han tenido este desenlace, debido a las actuaciones de sus protagonistas que no han sido las ideales, no siempre por asesinato pero si por el desprecio de la plebe.
Las conjeturas derivadas de los análisis del crimen se quedan en la encrucijada del destino, a la espera de una conclusión definida, creíble, porque los estereotipos van cambiando con el avance inevitable del inexorable tiempo, se van olvidando los hechos: su porque, su desarrollo y su desenlace, las causas son acomodadas a conveniencia, buscando siempre culpables que asuman su castigo con estoicismo, porque van a ser bien pagados y las consecuencias son disfrazadas para que tengan buena aceptación.
Los labios vociferan sin control buscando someter a los detractores y opositores, obligándolos a guardar silencio o tendrán un castigo ejemplar, los regalos se confunden en las cajas ya que son muchos y hay mucha gente involucrada en la serie televisiva de moda; el Cesar no se esperaba esto y muchos videntes lo ven entre sombras que asustan por las muecas que adornan sus rostros, asombrado observando su asesinato con asombro y tristeza, ya que se creía dios con poderes exquisitos y dueño de todas las almas, poderoso, infalible y omnipotente en un oprobioso estado.
Ahora todos piensan que vendrá un personaje auspicioso que sacara al estado de su letargo, de este pozo profundo hasta donde ha caído sin control, esto se ha hecho costumbre entre la plebe siempre creer en un mesías que solucionara todas sus vicisitudes y alegrara sus rostros con una sonrisa inmensa y unos ojos que miran sin mirar, expresando esperanzas de un país mejor, lo triste y maligno es que normalmente esta alegría dura poco tiempo y se vuelve a caer en la desidia gubernamental que todo lo envejece, que todo lo destruye, que todo lo envilece y que todo lo transforma a su entera conveniencia.
Es alucinante lo siguiente: vas a una fiesta, te diviertes, pasas un momento agradable o desagradable; dependiendo de tu actitud, puede que seas el centro de atracción o el depósito de las burlas y los chistes, pasan varias horas, todo vuelve a su estado normal o así lo creemos, cada quien retorna a su vida diaria y te das cuenta que siempre vas a depender de una rutina auto impuesta o impuesta por otros, notas que tú eres su artífice que la moldeas al calor del momento, momentos dulces, melancólicos, tristes, agrios o felices; esto demuestra que somos totalmente los protagonistas de la novela de nuestra vida, con algunos personajes secundarios que pueden o no influenciar en su desarrollo.
Miguel Correa.

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