Visualizo en mi mente muchos barcos de madera, algunos están habitados por fantasmas que a veces ríen, en otras deambulan sin cesar de proa a popa, por momentos se entristecen y hay momentos en que salen en veloz vuelo; otros barcos esperan que yo los capitanee y salga buscando nuevos horizontes; mi mente divaga y percibe rayos de luz intensa que alumbran el aposento interno y externo de cada barco, me llega la corriente cálida formada por las aves que revolotean alrededor de los barcos, las olas suben y bajan al paso de los grandes peces que buscan su alimento, a lo lejos se escuchan los aullidos de unos lobos que quieren absorber la luna y un alegre tic tac marca las tres de la madrugada, escucho mi respiración sosegada pero enérgica que me avisa que ya tengo horas despierto sin lograr hallar el comienzo de un sueño reparador que convierta a los viejos barcos de madera en modernas y vistosas naves de navegación donde ya no haya fantasmas.
La brújula del primer barco que madruga, marca el norte en su orientación ruge el motor y los remos se disponen a surcar el tiempo y el espacio buscando el mejor camino para llegar a algo, la niebla se disipa, llega una claridad brillante y se avizoran otros parajes en otros mundos, llevo los binoculares a mi rostro y diviso en la inmensidad del futuro diversas puertas de muchas formas, tamaños y colores, que impresionan mi retina, retando a mi mente a seleccionar la que más me agrade y llame mi atención; dichas puertas cubren mi altura, tienen colores nítidos y agresivos, pero las formas son diversas, lo cual hace que la elección sea complicada, es cuestión de sabiduría.
Ya casi amanece, es 25 de diciembre, recién cumplí otro año más de vida, las estrellas corren alegres en el firmamento, en segundos van y vienen entre galaxias, llevando y trayendo mensajes que van compartiendo de polo a polo, despidiendo alegrías en todas direcciones y opacando a los fantasmas………..
Miguel Correa.

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