Esperanza en estos días, en una de mis tantas caminatas por el parque, bajo una persistente lluvia y un aterido frió, que me llegaba a la médula de los huesos, iba jugueteando con una lata de refresco que hacía las veces de una pelota de fútbol y cansado de tanto patear y patear aquella lata me senté a descansar.

No sé cuántas horas pase allí, solo sé que la noche llego con su luz intensa y picante, fue cayendo en mí, con su triste y monótono peso, casi a punto de terminar otro rutinario día de mi hasta entonces simple existencia.
Divise a lo lejos una figura con paso tambaleante y torpe, note que daba un paso y retrocedía tres, hacia círculos concéntricos alrededor como un perro tratando de agarrar su cola, se dirigía a la naciente luna imitando el canto de un coyote; mis nervios y músculos experimentaron una gran tensión sin saber si irme en veloz carrera o quedarme sentado esperando el desenlace de aquella parodia triste.
A todos los seres humanos nos vence la curiosidad, quise saber que grave problema aquejaba a dicho personaje, al terminar su recorrido y notar mi presencia se paró frente a mí, espere con las manos cerradas preparado a responder cualquier atropello, al cabo de un rato me miro y hablo con una voz ronca y repetida ¡ Buena noche, buen hombre¡ conteste el saludo al cabo del cual se sentó en el banco y empezó a contar entre dientes con sonidos metálicos y por momentos ininteligibles, que yo pienso eran maldiciones.
Por el rabo del ojo pude observar que aquel espectro de hombre tenía facciones simiescas, su mirada no tenía luz ni dirección definida se perdía al pasar de su nariz que estaba aplastada; su rostro reflejaba una honda tristeza, sentí lastima por el (aunque nadie es digno de lastima), mis músculos se relajaron trate de ofrecerle mi ayuda, al oír esto se arrodillo con las manos juntas dispuesta a hacer oración e implorándome y entre lágrimas me pidió que lo ayudara, debido a que sufría de un terrible mal y me veía como su salvador.
Creyendo que aquel hombre era un enfermo mental que se había escapado de su cuidador intente pararme y salir en carrera, pero se plantó frente a mí, ofreciéndome hacerme rico si yo accedía a sus ruegos y lo ayudaba a curarse de su mal.
En ese momento mi maquina cerebral comenzó a trabajar, despertándose mi subconsciente dormido y mi amor al dinero, con una sonrisa forzada pero satisfecha en mis labios, increpé a aquel estúpido a contarme su problema para ver si estaba en mí el ayudarle, vi como el señor en cuestión cambio de actitud y como el niño que tiene juguete nuevo comenzó a dar saltos como el casi mono que era, reía como un poseso y repetía continuamente gracias, gracias, gracias.
Mi curiosidad no tenía limites, esperaba con ansia el relato de aquel simio, por fin comenzó su historia que es la siguiente: mi nombre es Bonifacio Corona por apodo me dicen “Banana”, tengo 49 años y aun soy puro ya que no he probado las mieles de una mujer, no tengo trabajo ni domicilio fijo, porque a todas partes que voy me echan a patadas.
He hecho reír a mucha gente con mi estupidez, el terrible mal que me aqueja es que soy muy bruto; si me dicen que camine corro, si me dicen que hable yo grito, si me dicen que coma vomito encima de la gente (al decir esto me aparte y él dijo no tengo ganas de vomitar).
Si me dicen báñate me revuelco en el piso; me coloco la ropa al revés, camino por la calle en vez de caminar por la acera, duermo en el suelo únicamente de día y con la cabeza para los pies.
Si vivo en alguna parte entro por la ventana, todos los trabajos que me mandan a hacer salen mal, no tengo amistades porque soy muy tímido, cuando se me acercan me pongo rojo sin saber que decir ni que hacer.
Yo echo la culpa a mi maldito padre que deposito su sucio espermatozoide, en la vagina de mi querida madre y me hizo a su imagen y semejanza….
Yo estaba aterrado y mudo ante aquella sarta de necedades y opte por salir en veloz carrera, buscando un sitio donde refugiarme y escapar de aquel estúpido, pero a pesar de su ya alta edad corrió tras de mí y logro alcanzarme, gritando me decía espere no he terminado con mi relato conteste que no era necesario y me respondió: tengo mucho, muchísimo dinero le daré toda mi fortuna producto de una gran herencia familiar.
Venció mi avaricia y acepte el trato quiso continuar su historia argumente que era suficiente.
Bonifacio metió una mano en su saco extrayendo una gran suma de dinero eran miles de dólares la cual me entrego alegando que era un adelanto por mi trabajo.
Mi satisfacción era tan grande que arrebatándoselos de las manos y sin contarlos los guarde en mi bolso, mi risa interna llegaba a mi garganta no la deje brotar para que Bonifacio no se sintiera mal, debíamos esperar que naciera el nuevo día dirigirnos a la notaria a cerrar el trato.
Me sentía absurdo por aquella situación tan cómica, Bonifacio en cambio estaba emocionado y satisfecho se veía rejuvenecido.
Por fin llego el esperado día, Bonifacio tenía todo preparado, fuimos a casa de un notario que él conocía de la infancia, donde el documento ya estaba redactado esperando su firma y la mía, firme aquel papel como un autómata y después me retrataron.
La foto de Bonifacio a la izquierda del documento en la parte superior, la mía a la derecha, no vi o no quería ver lo allí escrito, en mi mente solo había una pregunta: ¿Cómo deshacerme de Bonifacio?
Escuche mi nombre, era Bonifacio que quería celebrar dicho acontecimiento con unos tragos, al fin se me ocurrió una idea y empecé a prepararla en mi mente entre tragos, comida y risas, espere que el alcohol hiciera efecto para ponerla en práctica.
Ya era tarde cuando ordené a Bonifacio que se parara, debíamos ir a casa de un amigo mío que tenía una clínica clandestina, por el camino le iba explicando unos términos científicos que él creía eran ciertos, le dije que el cerebro humano era tan perfecto como el mundo, que era un hotel con muchos cuartos, donde cada cuarto era una función específica: así había un cuarto para comer, uno para hablar, uno para hacer el amor, en el sótano estaba toda la brutalidad y la entrada principal era la inteligencia.
Esto quería decir que la puerta de su hotel se había atascado cuando su madre lo pario y la única forma de abrir esa puerta era con una lobotomía (bueno todo esto era producto del alcohol, no sabía si creía en mi pero no me interesaba).
El acepto la operación y tocamos la puerta de la clínica, ante nosotros estaba la mesa de operaciones ya preparada, yo iba a hacer el papel de cirujano; procedí a anestesiarlo y raparle la cabeza, estaba desesperado por terminar con aquella pesadilla y entrar a formar parte de los nuevos ricos del mundo.
Empecé por levantar el cuero cabelludo, como hacían los indios en Norteamérica, cortaba venas por todas partes sin control alguno, estaba maravillado ante la vista de la obra maestra del cerebro humano, en un arrebato de sadismo levante el bisturí enterrándolo en aquella masa informe, que exploto como una patilla, bañando mis ropas de sangre y de una materia viscosa y maloliente.
Se escuchó un grito desesperado que me volvió a la realidad, dándome cuenta del disparate que había cometido sin poderme mover y con la mirada perdida en el infinito mirando a nada.
Ante el grito espeluznante de aquel condenado, acudió mucha gente, que querían lincharme, veía muchas damas lujuriosas con las pasiones exacerbadas fingiendo desmayos orgásmicos, muchos miserables vomitando sus delirios, otros caían al piso al resbalar en la mezcla de sangre y vómitos.
Los periodistas con sus fastidiosas cámaras, libretas y lápices; interrogaban a todos los que se atrevían a pasar por la zona de la tragedia, convirtiendo la sala de operaciones con sus actores y subalternos en un gran espectáculo, las fotos volaban en todas direcciones, las armas policiales esgrimían sus humeantes orificios apuntando a piso y paredes, fueron momentos de extrema locura que provocaban exquisitas risas.
Ahora después de la repartición de premios por las coberturas periodísticas del circo macabro; me encuentro encerrado como un estúpido entre tres paredes y siete barrotes, sin más compañía que unos dibujos de colores muertos pintados en las paredes y unos letreros de recordatorio de antiguos huéspedes de aquel cuartucho, hediondo a mierda y orines.
No he visto más la luz del sol, ni los pocos edificios de la soñolienta ciudad, ni a mi familia que vociferan que soy un loco primitivo, ni a los caminantes del parque, mi parque colorido, mi depósito de penas y alegrías, los vehículos con su variada gama de colores; ni siento la lluvia que me acompañaba en las noches oscuras y solitarias.
Me llaman el caníbal del siglo veinte, el cazador de cabezas y almas, el esquizofrénico voluntario, de vez en cuando se asoman a los barrotes periodistas a interrogarme, preguntando ¿Qué motivo lo que hice? Buscan la gran noticia que los resurja de la clandestinidad y los haga famosos.
También se acercan los siquiatras a estudiarme como un animal de laboratorio, un día distinto de cada semana vienen a buscarme y me llevan a un cuarto, donde hay muchos implementos de tortura, aquí paso todo un día quieren sacarme la verdad, pero yo no me la sé que puedo decir, nada más que cumplí con un contrato entre Bonifacio Corona y yo, luego me llevan donde paso otro día sin ingerir alimentos ni líquidos.
Ya no soy el tipo alegre que era en el pasado, la risa huyo de mí, mis facciones cambiaron, las muecas que eran mías ya se extinguieron tienen otros dueños, mi rostro es para mí un extraño más, aunque soy muy joven aparento varios siglos de vida, conservo aun mis tres libros favoritos que tuve el gran cuidado de esconder entre mis ropas y que acompañan mis pensamientos: El Lobo Estepario, Así Hablaba Zarathustra y Don Quijote, los he aprendido de memoria de tanto hojear sus páginas.
Quiero que ustedes sean los jueces y den su veredicto, que me digan quien es más bruto Bonifacio Corona o yo y que me digan también si yo lo mate o él era un suicida, que me uso como instrumento para lograr sus propósitos, pudiendo así entrar a formar parte de las tinieblas.
Miguel Correa.

Comentarios

  1. Pobre Bonifácio así hay muchos personajes en el mundo, esperando descansar y pasar de una vida a otra y cuando encuentran quien los tome en cuenta son felices, aúnque hay tantos locos en las aceras del mundo que pueden llenar parques y plazas.

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    1. Si demasiados algunos por voluntad propia y otros por influencias externas, que pueden ser: enfermedades mentales, adicción a las drogas, mala alimentación y muchas otras causas, pero bueno eso también es libertad puedes elegir estar loco o no.

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  2. Muchas veces las personas no aceptan lo que son y eso les trae infinidad de problemas.

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  3. Si la voluntad los hace débiles y son victimas de los problemas, se encierran en un mutismo insolente que puede hasta acabar con sus vidas, se dejan someter e impresionar por sus semejantes sin poner carácter en ello, lo que los convierte en marionetas del destino inclemente.

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  4. Bonifacio es de los tantos personajes comunes y corrientes que hay en los muchos pueblos y ciudades de los diferentes países del mundo, algunos tienen grandes fortunas, propiedades y todo les sobra, pero les falta lo mas importante: inteligencia y astucia para disfrutar plenamente de las bondades de su situación, por eso viven una vida monótona sin alicientes y solo sobreviven.

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  5. Bonifácio un personaje solitario, triste, malquerido y abandonado, obligado a sobrevivir en esta jungla de cemento.

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  6. Hay tantos locos en las calles del mundo que siempre debemos analizar lo que nos proponen para evitar inconvenientes.

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    1. Si cada día hay mas locos, también por la situación de alimentación que bloquea las funciones normales del cerebro.

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  7. Bonifacio un personaje común y corriente pero con un cumulo de estigmas que hacen su vida atractiva o repelente a las miradas externas, muchas de las bondades del mundo huyeron de su vida y lo convirtieron en un anatema viviente, para beneplácito o repulsión de sus congéneres, lamentable pero real, la vida lo convirtió en un personaje de circo.

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  8. En el mundo hay muchos Bonifacios, esperando comprensión y amor.

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  9. Una vida triste macabra y sin motivaciones, falta de ilusiones y deseo de triunfar, donde la soledad era su patrón de vida.

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  10. Bonifacio es el propio loco, y el otro personaje mas loco aun, ambos alterando las leyes de la naturaleza.

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  11. Mucha gente se hace pasar por loca, porque así se sienten mas cómodos.

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