Mi Musa
Esperanza estaba realizando un viaje por mi mente, transitando por mis neuronas, tomando pequeños descansos en algunas para restablecer mis sentidos y activar mis átomos, cuando tuve una visión sensacional, en vía contraria y en dirección hacia mí se desplazaba una musa dorada con su piel reluciente, de extraordinaria belleza, unos ojos penetrantes que  exaltaban mi espíritu y provocaban en mi pasiones nunca antes sentidas, toda su piel clamaba amor, amor y más amor, se posó en medio de dos neuronas centrales, alterando mi camino galáctico y exigiendo mi completa atención.
  
No pude rechazar su petición y sucumbí a su pasión, cuando atine a poseer ese cuerpo celestial y calme el intenso amor que nos profesamos pude observar que era la misma musa que siempre estaba en mi mente y en mis brazos, mis ojos notaron el azul celeste de los suyos, su nariz perfecta y aguileña, su frente tersa, sus labios carnosos de los que brotaban palabras que transitaban a gran velocidad por mi extasiado cuerpo haciéndolo vibrar con más deseo de volver a poseerla.
   
Al posar mis manos en su larga cabellera vi pasar por mis poros todos los momentos de extrema pasión ya sentida en el pasado y el futuro, ya que en un instante se intercalaron y fundieron los deseos pasados presentes y futuros.
   
Recuerdo que estaba en una colina contemplando mi sueño de amor, desperté por dentro y vi que eres un faro con miles de luces de diversos colores, que iluminan mi mente, deseo tenerte junto a mí, pero el miedo me hace actuar como un tonto, me veo a tu lado y te desvisto y te idolatro con mis ojos, tú lo sabes y sientes un placer morboso haciendo hervir mi sangre y trastornando mis sentidos.
   
Contemplo tu figura y eres para mí una musa que se pierde en el infinito del mar, quiero besar tus hermosos senos, pellizcarlos, tocar tu sedosa piel y sentirte palpitar al roce de mis yemas; quiero tocar tu alma, abrazar tus sentimientos para hacerlos míos para siempre.
  
Te veo caminar y es para mí un suplicio no poder acompañar tus pasos, cierro los ojos y te veo ante mi desnuda, trato de posar mis manos deseosas en ti y me rechazas, no sé qué piensas que soy, quiero tener el poder de oír tu melodiosa voz en mis labios y palpar tu alma, saber si eres solamente lo que aparentas o si eres mi musa.
   
Creo que he estado melancólico demasiado tiempo, hasta que llegaste a mis sueños haciéndolos placenteros y a la vez triste por no poder tenerte.
   
Te pongo en un trono y te hago el amor intensamente, me convierto en una bestia que deja rienda suelta a su deseo, soy un animal sin control, tus encantos me dejan sin respiración y me transportan a un infierno de lujuria en el cual te encadeno a una cama y violo tu deslumbrante y tibio sexo que expele su caliente flujo trastornando más mi alma.
   
Eres dueña de todo mi ser e inconscientemente has jugado con el transformándome en un pobre loco desahuciado de amor y de alegrías, haciéndome masturbar mi sexo todas las horas del día, practicando una meditación orgásmica con su placer incluido, me has sorbido toda la sangre que me quedaba en mis maltratadas venas y has hecho que pierda el poco sueño que quedaba en mis neuronas usurpando mi superficial alegría.
   
Me has hecho pasar múltiples horas de un reloj eterno que me mira desde la pared del balcón ahogado en alcohol y alucinantes joyas, pensando solo en tu frágil y fuerte cuerpo, viéndote caminar por el laberinto cerebral, convirtiendo mis venas en témpanos calientes de tanto sol nocturno, que impiden el libre movimiento de mis extremidades del centro hacia abajo y del medio centro hacia el espacio, solo los ojos que penetran tu sexo y el medio cuerpo que sube y baja tienen el accionar de exacerbar mis sentidos, llevándolos al paroxismo.
   
Eres una musa que se ha posado en mi vida, haciéndola interesante, llena de interrogantes, pasión e insomnio, haciendo vibrar la medula de mis huesos, convirtiendo mi esquema corporal en un huracán de pasiones y humores que quieren nacer, brotar a la luz, colmando aceras y montañas, nubes y olas, árboles y aves, mamíferos e insectos, la sociedad no lo aprueba, pero ya está firmado y sellado.
   
Tu mantienes mi luz encendida, mi farol resplandeciente y mi dador de vida activo, eres la melodía que une mis venas, eres mi alimento, eres un cocuyo que no extingue su luz, eres mis sentidos mis movimientos y mis ideas. Eres la blanca rosa que llego a mí para hacerla azul, eres mi sueño no realizado.
   
Eres el fosforo que ha prendido una gran pasión en mí y no hay brisa que la apague, solo tú puedes controlar esa llama accediendo a mis deseos y alegrando mi sexo, haciéndome vibrar como un volcán.
   
No es importante si el deseo que te profeso me lleva a la locura y deposito mis huesos en el manicomio, donde cada interno expresa sus apetitos y caprichos, los míos serian desear tu cuerpo, alma, sangre y aroma, para satisfacer mis sensaciones lógicas e ilógicas.
  
Cuando te acercas a mi tu aroma vaginal y el sudor de tu clítoris ponen a caminar las antenas de mi piel, la respiración se desboca y mi pene rompe el pantalón, me comporto tontamente y mi anhelo es saborear esa puerta abrirla y penetrar tu aposento, para sentir con agrado que mi recompensa es plena.
   
Eres vida y muerte y no hallo la gloria y el poder supremo si no logro poseer y gozar de tus encantos, las facciones de tu rostro y las curvas corporales son una especie de gran logia que quiero purificar, hacerla mía con gran beneplácito para mi alma.
   
Para mi has sido una fugaz quimera, sin embargo, quiero que seas más que una simple estrella y te conviertas en afecto y sexo puro, que seas mi ángel guardián hecho mujer. Mi adoración parece en vano trocándome en un tonto.
   
Eres puro candor de sexo y alegría, cuando te avizoro, el cuadro que se dibuja en tus ojos es un hermoso y velludo sexo con su monte de venus bien delineado, deseando ser arrullado, besado y penetrado, me encantaría poder jugar con tu sensible clítoris, morderlo y llevarlo al máximo y apoteósico clímax, confundirlo con el mío, quedando los dos fundidos en un triple ser.
   
Eres dueña de mi soledad y mi aislamiento, tu moldeas mi figura a tu antojo en una amalgama de colores ilícitos, con una coquetería insaciable que me transforma en una bestia enjaulada, de la que tu atesoras la única llave que puede amansar o exaltar al monstruo.
  
Eres mi venus de fuego dorado, mi quimera hierática, mi falena solitaria, mi faro incandescente, mi sexo espiritual, eres la musa real e irreal, estás conmigo en la cama y en el baño, me acompañas a todos los lugares, tu suplantas mis pensamientos….
  

Esperanza creo que me extendí demasiado y te hablé de dos musas diferentes, disculpa mi excesiva pasión y mi discurso.  Miguel Correa. 

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