Son impresionantes los cambios que sufrimos desde el momento de nuestro nacimiento, muchas veces por influencias internas y otras veces por influencias externas; no sé con certeza cuales son más profundos, cambiantes y duraderos, pero entierran unas solidas raíces en nuestro corazón y mente; las actuaciones que expresamos, modelamos y defendemos radican en esta primera etapa de nuestra vida; la hacen más interesante para tu presente y tu futuro y el de las personas que te rodean; ellos y tu son importantes dependiendo de lo que tengas en la mente y el corazón, lo que pienses, lo que hagas, lo que expreses y lo que puedas descubrir y hacer que deje huellas en el mundo.

Las paredes se van acercando más, casi chocamos con ellas y nos introducimos en su estructura, ya el color de ellas y el nuestro se confunde, no sabemos cuál representa más el tiempo transcurrido, son extensiones de nuestro cuerpo y nosotros de su forma, nos engullen y aprisionan, las besamos y estrujamos, son nuestra continuación; no podemos identificar que es pared y que es piel, sobre todo por la noche cuando nos unimos sexualmente en un paroxismo de lujuria y pasión.

El aposento de mis sueños busca mi mente para satisfacer sus ansias lujuriosas de satisfacción sexual; con los dardos ancestrales que deambulan a su alrededor provocando a los sueños que se niegan a realizar su trabajo virginal y hormonal; las madres del olimpo insertan los deseos, pero el desorden que los precede no permite su fusión.

La verdad siempre es cambiada o desvirtuada para hacerla placentera a los caprichos individuales o colectivos de algunos personajes; en ciertos momentos es desagradable conocerla y puede hacer daño, en otros puede hacer feliz a muchos, su divulgación y conocimiento puede derribar barreras o hacerlas más fuertes, por eso a lo largo de la historia del mundo, la verdad siempre ha sido un gran misterio en todos los aspectos.

Miguel Correa.